Nada acaba, todo se transforma. Esto es lo que ha ocurrido con el viejo café París de Santiago de Compostela. Punto de partida de la tradicional ruta estudiantil conocida como París-Dakar (para todos aquellos que no lo sepan, la ruta consistía en recorrer todos los bares de la zona "del franco" y beber algo en cada uno de ellos), hoy es un restaurante que se ha desnudado literalmente, dejando a la vista suelos hidráulicos, muros de piedra, mobiliario industrial, toques shabby y alguna pieza de Ikea que se camufla perfectamente en esta melange, lo que le dota de tono más acorde con la estética actual.
100% recomendable. Ha quedado con mucha personalidad!
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