miércoles, 28 de marzo de 2012

Casa do Chá

 







Entre 1955 y 1958 Álvaro Siza  trabaja en el estudio de Fernando Távora e Viana de Lima aunque no finalizará su carrera universitaria hasta 1965. En este periodo es el momento en el que comienza el proyecto de la Casa de Chá, coincidiendo además con el desarrollo del pabellón de tenis en el parque de la Quinta da Conceiçâo y de la escuela Cedro de Vila Nova de Gaia en dicho estudio.

Tras analizar las dos últimas obras que menciono considero que se podría establecer una serie de puntos de conexión entre ellas y el proyecto del Restaurante Boa Nova (Casa de Chá).



En ellas se aprecia un acercamiento a la arquitectura tradicional portuguesa extrayendo elementos y conceptos que posteriormente se reutilizarán con una visión más contemporánea, y esta idea también tendrá presencia en el Restaurante Boa Nova. Por ejemplo, si nos fijamos en el acceso a la Casa de Chá, podemos apreciar el diálogo que se establece con la topografía del lugar a través de una arquitectura de muros blancos, rampas, escalones y plataformas, que a su vez nos habla de arquitectura de movimiento, con la incorporación del propio entorno a la experiencia que tiene el usuario de esos espacios exteriores a medida que los recorre.

Por otro lado, si nos centramos en la manera en que aparecen las chimeneas también podemos encontrar nexos con la arquitectura tradicional.

El lugar del fuego, el hogar, ha tenido un significado importantísimo en muchas culturas como centro de la casa o punto focal de una comunidad. Desde la hoguera que puede realizarse en el campo que crea su propia “estancia natural” por su luz y calor, a la manera de utilizar el fuego en un antiguo megaron micénico, donde el lugar del fuego se identificaba por un círculo marcado sobre el terreno, por las cuatro columnas que sostenían la cubierta, y también por la forma rectangular de la propia sala, que era el lugar del rey.

En Boa Nova, las chimeneas desempeñan un papel compositivo importante que va más allá del propio edificio contribuyendo a la construcción del paisaje. Si lo observamos detenidamente, el faro y las pequeñas edificaciones que lo rodeaban mantenían una proporción de alturas que bajo mi punto de vista, también establecía una relación directa con la decisión de tratar las chimeneas de esta manera y no de otra. Dibujan líneas verticales muy puntuales acentuando la horizontalidad del conjunto en su visión desde el mar hacia la costa.

Si nos centramos en las cubiertas debemos volver a la figura de Fernando Távora y a su pabellón de tenis de la Quinta da Conceiçâo. Él finaliza esta obra tras su regreso de un viaje a Japón en 1960, habiendo entrado en contacto con el lenguaje tradicional de la arquitectura japonesa. Este lenguaje oriental se aplica también en el restaurante Boa Nova (así se llama el restaurante que se encuentra dentro de la  Casa do chá) tomando elementos de los pabellones de té tradicionales.





Por el contrario, en los monumentos religiosos de nuestro país, los edificios quedan aplastados bajo las enormes tejas cimeras y sus estructuras desaparecen por completo en la sombra profunda y vasta que proyectan los aleros. Visto desde fuera, y esto no sólo es válido para los templos sino también para los palacios y las residencias del común de los mortales, lo que primero llama la atención es el inmenso tejado, ya esté cubierto de tejas o de cañas, y la densa sombra que reina bajo el alero”.

(Fragmento de “El elogio de la sombra”. J. Tanizaki)


En estas cubiertas también hay que señalar el tipo de teja utilizado, semejante al preexistente en la ermita próxima. Es realmente bella la imagen de ambos edificios subiendo por una escalera de piedra cercana que te eleva a un rompiente donde puedes ver, a un lado, el abrupto Atlántico y, al otro, la conjunción de estos dos edificios que conviven en armonía, sin estridencias, silenciosos.

Finalmente, en la mayoría de las publicaciones se suele hacer alusión a Alvar Aalto como referente de Álvaro Siza en este proyecto. ¿Dónde podríamos hallarle? Posiblemente en el ritmo que presentan las cubiertas, que parece haberse inspirado parcialmente en el del ayuntamieno de Säynätsalo (1949 – 1952); o en los podios escalonados que suben hasta el restaurante, que podrían entenderse como una aplicación de la estratificación e incorporación del terreno al proyecto utilizada en otras obras como la Maison Carrée.

(…) Pero si observamos con atención la expresión arquitectónica, notamos las evidentes influencias de Alvar Aalto, generadas más por la Maison Carrée, con sus techos de madera ondulada y revoco blanco, que por la biblioteca Viipuri”.

(KENNETH FRAMPTON. Álvaro Siza. Obra completa. Ed.GG. Barcelona, 2000. )





Aalto realiza el proyecto de la Maison Carrée entre 1956 y 1959, no habiendo finalizado su construcción hasta 1961. Mientras que el restaurante Boa Nova se realiza entre 1958 y 1963. Como vemos, ambas obras se desarrollan de manera prácticamente paralela y simultánea en el tiempo. Sin embargo, Alvar Aalto y Álvaro Siza no tienen ningún contacto documentado. Únicamente aparece datado el viaje que realiza el portugués a Finlandia y a otros países nórdicos en 1968 junto a otros arquitectos de su generación, donde sí tuvo la oportunidad de visitar obras del arquitecto finlandés.

En cambio, Alvar Aalto y Fernando Távora sí podrían haberse comunicado a través de los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) de 1953 y 1956, correspondiéndose este último año con la convocatoria del concurso para realizar el proyecto de la Casa de Chá. Así, podríamos sospechar que es Fernando Távora quien intercambia reflexiones con Aalto para después debatirlas con su alumno, Álvaro Siza. No obstante, esto no deja de ser una especulación que me surge al superponer todos los datos que he podido encontrar mientras trataba de esclarecer distintas cuestiones acerca de este edificio.
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(Bibliografía: EL CROQUIS. 68, 69 + 95. Madrid, 2000 /ESPOSITO, Antonio: Fernando Távora, obra completa, Milán, Electa, 2005 /FRAMPTON, Kenneth: Álvaro Siza. Obra completa, Madrid, Gustavo Gili, 2000 / GIL ALBARRACÍN, Antonio: Arquitectura y tecnología popular en Almería, Granada, Anel, 1992 /SIGUAN, Jordi, Patios 5000 años de evolución desde la antigüedad hasta nuestros días, Barcelona, Gustavo Pili, 2004 / TÁVORA, Fernando: Távora / [textos de Fernando Távora ; artículos de César Portela ... et al.], Barcelona, Edicions UPC, 2001 / TRIGUEIROS, Luis: Fernando Távora, Lisboa, Blau, 1993 /TANIZAKI, Junichiro: El elogio de la sombra, Madrid, Siruela, 1994 / UNWIN, Simon: Análisis de la arquitectura, Barcelona, Gustavo Gili, 2003.

La ceremonia del té (chanoyu) se basa en cuatro principios:
wa (和) armonía
kei (敬) respeto
sei (清) pureza
jaku (寂) tranquilidad


“El té se bebe para olvidar el ruido del mundo, no para quienes comen ricas comidas y visten pijamas de seda”
( T´ien Yiheng,1570)




“La primera para humedecer los labios y el paladar,
la segunda para no sentir soledad,
la tercera para soñar,
la cuarta para sudar y curarse de los males,
la quinta para purificarse,
la sexta para ir al cielo, y.
la séptima para abandonar la tierra”.
(T´is Lung, Siete tazas de té)


Por el contrario, en los monumentos religiosos de nuestro país, los edificios quedan aplastados bajo las enormes tejas cimeras y sus estructuras desparecen por completo en la sombra profunda y vasta que proyectan los aleros. Visto desde fuera, y esto no sólo es válido para los templos sino también para los palacios y las residencias del común de los mortales, lo que primero llama la atención es el inmenso tejado, ya esté cubierto de tejas o de cañas, y la densa sombra que reina bajo el alero”.
(Junichirô Tanizaki, Elogio de la Sombra)


Wabi – sabi, lo imperfecto, lo incompleto, lo sencillo, lo modesto, lo asimétrico, lo áspero, la impermanencia, la fugacidad, el transcurrir del tiempo… la melancolía…

“Na praia lá da Boa Nova, um dia,
Edifiquei (foi esse o grande mal)
Alto Castelo, o que é a fantasia,
Todo de lápis-lazulli e coral!
Naquelas redondezas, não havia
Quem se gabasse dum domínio igual:
Oh Castelo tão alto! parecia
O território dum Senhor feudal (…)!.
(Antonio Nobre, , 1887)

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